La economía británica sigue atravesando un periodo complejo e incierto. Aunque el PIB registró una modesta expansión del 0,4% en mayo, tras un crecimiento plano en abril, las tendencias subyacentes revelan un panorama económico desigual. La inflación ha disminuido significativamente, volviendo al objetivo del 2% del Banco de Inglaterra (BoE) por segundo mes consecutivo desde mayo de 2024. Sin embargo, las presiones inflacionistas, especialmente en el sector servicios, siguen siendo preocupantes.
La confianza de los consumidores repuntó con fuerza, con tres meses consecutivos de mejora que la situaron en -14 en junio. El crecimiento de los salarios reales ha supuesto un cierto alivio para los hogares, con un aumento del 2,2%, pero el aumento de la tasa de desempleo, que se sitúa ahora en el 4,4%, ensombrece el mercado laboral. El mercado de la vivienda presenta un panorama desigual: el aumento de los compromisos hipotecarios sugiere una actividad renovada, mientras que el aumento de los atrasos hipotecarios indica tensiones financieras para algunos propietarios, lo que pone de relieve el impacto desigual de las condiciones económicas en los distintos segmentos de la población.
El Banco de Inglaterra insinúa un posible recorte de los tipos de interés este verano, pero ha advertido sobre futuros retos hipotecarios. El equilibrio entre los riesgos de una inflación persistente y una posible ralentización económica será crucial para determinar la orientación adecuada de la política monetaria. En general, la economía británica se enfrenta a un delicado equilibrio. La evolución positiva, como la mejora de la confianza de los consumidores y la moderación de la inflación, se ve atenuada por la inquietud que suscitan el mercado laboral y la vulnerabilidad del mercado inmobiliario.