La economía británica presentó un panorama desigual, con notables aspectos positivos que ofrecen una perspectiva cautelosamente optimista. La inflación británica se acercó al objetivo del 2% en abril, bajando al 2,3% desde el 3,2% de marzo, aunque la inflación de los servicios sigue siendo persistente.
La confianza de los consumidores mejoró en mayo, alcanzando su nivel más alto desde diciembre de 2021, lo que refleja el fortalecimiento de la confianza y el optimismo de los consumidores. Esta mejora se ve respaldada por la resistencia del crecimiento salarial, con un aumento de los ingresos medios en términos reales del 2,3 % (incluidas las bonificaciones). Además, el mercado de la vivienda mostró signos de recuperación, con un aumento significativo de los nuevos compromisos hipotecarios, lo que indica una actividad renovada.
A pesar de estas tendencias alentadoras, la economía británica se enfrentó a retos. El PIB no creció en abril, quedándose estancado tras un aumento del 0,4% en marzo, atribuido en gran medida a las adversas condiciones meteorológicas. El mercado laboral mostró signos de tensión, con un aumento del desempleo hasta el 4,4%, señal de debilidad en la creación de empleo. Aunque el crecimiento de la morosidad hipotecaria se ha ralentizado desde el minipresupuesto de septiembre de 2022, los atrasos alcanzaron su nivel más alto en ocho años en el primer trimestre de 2024, lo que refleja las continuas tensiones financieras.
En general, aunque persisten los retos en el crecimiento económico y el mercado laboral, las tendencias positivas en la confianza de los consumidores, los salarios y la actividad del mercado inmobiliario sugieren una lenta mejora del panorama económico. Sin embargo, las próximas elecciones añaden una capa de incertidumbre, y sigue siendo esencial una estrecha vigilancia de las condiciones mundiales.